EL TELÉFONO

Francisco Gabilondo Soler
(Foxtrot, 1935)

 

Metida en su casita,
con su gorra y delantal,
estaba doña Zorra
ocupada en remendar;
pero su teléfono
no deja de llamar,
y corre al audífono
para preguntar:

“¿Bueno…? ¿Bueno…? ¿Bueno…?
¿Con quién quiere usted hablar?
No, aquí no es estanquillo,
ni conozco a ese Pepillo
al que quiere usted llamar”

“¿Bueno…? ¿Bueno…? ¿Bueno…?
Ya me empiezo yo a cansar.
Señor, está usted equivocado,
aquí viven doña Zorra
y sus zorritos nada más”

Metida en su casita,
con su gorra y delantal,
estaba doña Zorra
ocupada en remendar;
pero su teléfono
no deja de llamar,
y corre al audífono
para preguntar:

“¿Bueno…? ¿Bueno…? ¿Bueno…?
¿Qué me quiere usted decir?
¡Ay!… ¡Qué tal doña Patita!
¡Qué milagro, comadrita,
que se deja usted oír!”

“¿Bueno…? ¿Bueno…? ¿Bueno…?
La esperamos por aquí
y así verá que mi zorrito,
el chimuelo y raboncito
ya también sabe escribir”

“¿Bueno…? ¿Bueno…? ¿Bueno…?
¡Le digo que aquí no es!
A ver si se va usted fijando,
y cuando esté marcando
no lo haga con los pies”

“¿Bueno…? ¿Bueno…? ¿Bueno…?
Ya no sea usted tan molón.
Aquí no es la comisaría,
ni me importa si su tía
se ha caído del camión”.