EL JICOTE AGUAMIELERO

Francisco Gabilondo Soler
(Corrido, 1948)

 

La reina de las abejas
estaba en el panal,
y le dijeron: “Regia Majestad,
alguien le quiere hablar”.

Cortado, entró el jicote,
humilde de condición,
pero ilusionado de pedir,
pedirle su corazón.

“Parece, parece que no sabe,
no sabe con quién trata,
igualado bigotón.
¡Soy la reina, la reina por bonita,
y un jicote aguamielero
no cuadra con mi amor!”

Silencio quedó el jicote
con tanta humillación,
a la orgullosa reina del panal
así le contestó:

“Leí que éramos iguales,
según la Constitución.
La sociedad sin clases la creí,
¡pero ya veo que no!”

Y el jicote aguamielero,
con bigotes de aguacero,
rezumbando regresó a su maguey,
sin rubores en la frente
porque ultimadamente
a la sombra de las pencas es el rey.

La reina de las abejas
estaba libando miel,
y una de sus obreras le gritó:
“¡Ai´stá de nuevo aquel!”

Mandando cerrar la puerta,
la reina se le negó:
porque su afán es que se ha de casar
con un emperador.

“Parece, parece que no sabe,
no sabe con quién trata,
ese prieto barrigón.
¡Soy la reina, la reina por bonita,
Y un jicote aguamielero
no cuadra con mi amor!”

Fruncido quedó el quijote,
arqueándose de dolor;
en su pesar, cantando el infeliz
así se despidió:

“Adiós, reinecita hermosa, ¡ay!,
que me trató tan mal;
pero asegún las leyes del país
aquí todos son igual”.

Y el jicote aguamielero,
con bigotes de aguacero,
rezumbando regresó a su maguey,
sin rubores en la frente
porque ultimadamente
a la sombra de las pencas es el rey.