EL ALBA

Francisco Gabilondo Soler
(Vals minué, 1954)

 

Eran un gallo y una campana.

Cada mañana, al amanecer,

juntos cantaban al margen del alba,

antes que el sol se pudiera encender.

En una alcoba, oscura aún,

solo se oye el ruido común

del relojito que dice: “tic-tac”

con su meneo de metal.

Duerme la madre, el niño también,

en un abrazo de mutuo sostén;

y sabe Dios en lo que soñarán

cuando tan juntos están.

Por la persiana cerrada,

la luz de la aurora se filtra sutil.

El día va entrando en rayitas,

con débil reflejo de tenue marfil.

La gran campana con su diapasón,

allá en la torre bañada de sol,

y el gallito con su quiquiriquí

dicen: “el día ya está aquí”.

Eran un gallo y una campana.