EL BORRACHITO

Francisco Gabilondo Soler
(Corrido, 1942)

 

Esa bolita que hay en la calle,

ya no me extraña qué es lo que ven:

a un borrachito que pasa en las tardes

igual ayer que mañana también.

Del pobrecito se burla la gente,

le ladran los perros por el callejón,

y sin embargo se ve que es decente

pues se descubre con educación.

Mira qué cosa tan fea,

parece de chicle cuando se menea.

Pobre borrachito, qué débil regresa,

se agarra del aire y se va de cabeza.

–Ya ve por ser necio

y no hacerme caso,

recorre la calle

a puro porrazo.

¡Ay dios!

Una vez quise hacerme su amigo

y convencerlo de que no hay que tomar;

entonces dijo: “Véngase conmigo

por la amistad siempre hay que brindar”.

Pero, al negarme a entrarle al vino,

alzó su sombrero una y otra vez;

y saludando siguió su camino,

atarantado y dando traspiés.

Mira qué cosa tan fea,

se va de ladito y se tambalea.

Pobre borrachito, parece pelota,

va a dar contra el poste y luego rebota.

–Pero, hombre, ¡compadre!,

¿qué es lo que le pasa?

–Pos todo se mueve

y no encuentro mi casa!

¡Ay dios!